REPORTAJE
AL CURA LEONARDO TOVAR,
SOBRE LOS ABUSOS EN EL SEMINARIO DE PARANA.
(Nota de la REVISTA ANALISIS).
“Le pido a Ilarraz que declare su culpabilidad y que
acepte la condena de la Justicia Civil y Esclesiástica”
--¿Usted
tiene contacto permanente con algunas de las víctimas de Ilarraz? ¿Cómo viven
ellos todo este proceso judicial?
-Estoy en contacto con varios de ellos. Con
algunas de ellas tengo un trato más frecuente. Y todo esto lo viven con mucho
dolor e impotencia. Se sienten desprotegidos y solos. Muy dolidos por los
dichos del abogado Fornerón y Muñoz –defensores del cura Justo Ilarraz-, por la
forma que intentó descalificar lo que ellos denunciaron. También les duele
mucho la crítica de la gente, cuando los tratan de mentirosos o que están
buscando un rédito económico de todo esto. Ellos, lo único que buscan es
justicia. Y no están atacando a la Iglesia, como algunos quisieron instalar,
cuando hasta último momento, antes de hacer público esto, buscaron custodiar a
la institución. Hay que recordar que lo hicieron público más de 20 años
después. Hay que tener en cuenta que desde la Iglesia ni siquiera se les pidió
perdón y eso es un gran dolor para todos ellos.
--¿De las
víctimas, hay quienes todavía no quieren declarar hasta tanto lo haga Ilarraz?
--Sí, es
así. Hay más víctimas. No puedo dar nombres, tal como se ha acordado, para preservarlos,
pero existen. Son chicos que aún están con mucho miedo, pese al paso del
tiempo. Y están esperando a ver qué sucede con el planteo de prescripción que
hizo la defensa de Ilarraz. Esperan ansiosos que sea rechazada por la justicia, para seguir adelante y así
comparecer en Tribunales.
--¿Y cómo
se vive todo esto del caso Ilarraz puertas adentro de la Iglesia? ¿Lo hablan
ustedes como sacerdotes?
--En
verdad, habitualmente me manejo en un grupo reducido de sacerdotes de esta
zona. Hablamos del tema y también lo vivimos con mucho dolor e impotencia a
todo esto. Por las víctimas, pero también por la Iglesia. Hay que saber que a
la Iglesia se la ataca cuando no se dice la verdad, cuando no se lucha por la
justicia o cuando hay encubrimiento. Hay hermanos, dentro de la Iglesia, que la
han confundido como una simple institución humana, a la que hay que defender
con actitudes fundamentalistas y se han olvidado que la Iglesia, sobre todo, es
misterio. No porque tiene cosas ocultas sino porque es obra de Dios en la
historia. A la Iglesia no le hacemos ningún favor no declarando, no diciendo la
verdad o encubriendo situaciones que son muy penosas. Por eso vivimos todo esto
con mucho dolor.
--¿Los
feligreses le preguntan del caso Ilarraz? ¿los interpelan? les exigen
respuestas?
--Sí, nos
preguntan mucho. Sé que en esta diócesis, después de alguna misa, la gente fue
a interpelar a algunos sacerdotes. Nuestros laicos no son sonsos, pero creo que
están muy confundidos. Por eso insisto en que la verdad tiene que salir a la
luz, porque sino estamos confundiendo a nuestros laicos.
--¿Ustedes
hicieron menciones al caso en las ceremonias religiosas o esto no ocurrió?
--Cuando
estuvimos en la reunión del Centro Mariápolis, al día siguiente de la
publicación de ANALISIS, el arzobispo Juan Puíggari nos dijo que
comunicáramos la situación. Yo lo hice a mi manera. En la primera misa, tras la
difusión del tema, pedí que rezáramos por la verdad y justicia y por el dolor y
la reparación a las víctimas. Eso le pedí a mis feligreses en San Benito. Otros
sacerdotes sé que leyeron el parte de prensa del Arzobispado, donde se referían
al tema, el mismo día de la nota periodística. O sea, el comunicado donde la
cúpula de nuestra Iglesia reconoce los hechos, en cuanto a los abusos del padre
Ilarraz. Nunca estuvieron fuera de juego que los hechos existieron y que la
Iglesia los reconoció. Por eso defiendo esta postura de mi madre Iglesia que en
su momento dijo los hechos existieron y que ello los avergonzaba.
--¿Pudieron
hablar con monseñor Maulión en estos últimos meses, después de la nota de
ANALISIS?
--Sí,
hubo contactos ocasionales con monseñor Maulión. El hizo todo lo que pudo en
los dos meses previo a su partida, al jubilarse por disposición del Vaticano.
Se ocupó, escribió a Roma y buscó respuestas.
--¿El
está dispuesto a venir a declarar en forma oral en la causa o también adoptará
el mecanismo de los monseñores Estanislao Karlic y Puíggari, de hacerlo por
escrito?
--Monseñor
Maulión vendrá a declarar pero no sé si lo hará en forma oral o escrita. Lo
ideal sería que declaren en forma oral, tal como lo estamos haciendo los
sacerdotes que somos citados. A mi me llegó la citación y al otro día me
presenté en la Justicia. Me parece lo más transparente. Pero no soy yo juzgar a
otros, si lo hacen de otra manera, amparándose en lo que establece la ley. Hay
que declarar sí o sí, para que el juez cuente con suficientes elementos para
tomar decisiones.
-¿Cuánto
considerá que todo esto afecta la credibilidad de la Iglesia?
--Creo que
es una situación que trajo y va a traer mucho dolor y crisis en la Iglesia.
Pero recuerdo lo que me dijo un sacerdote: “hay ciertas clases de fe que es
preferible que se pierdan, aunque suene duro”. Este momento de dolor nos tiene
que ayudar para renovar nuestra fe. Y si bien estamos sufriendo mucho con todo
esto, tal vez también esta situación purifique la mirada de nuestra madre
Iglesia y nos ayude a purificarnos a nosotros, para ser más fieles y más santos
pastores. Yo, en lo personal, estoy muy esperanzado. Con mucho dolor, pero con
esperanza. Creo que nuestra gente saldrá renovada, con nuestra fe en Cristo.
Los
hechos y la carta (recuadro)
--¿Cuándo tomó conocimiento de los abusos que
cometía el cura Justo Ilarraz?
--Como hecho concreto en el 2010. Una de las víctimas, que había sido compañero
mío en el Seminario Mayor, me contó lo que le había sucedido con Ilarraz. Yo
había llegado en el ’94 al Seminario y en ese entonces se escuchaban algunos
comentarios. La primera vez que oí algo relacionado a los movimientos de
Ilarraz fue en una rueda de mates con otros seminaristas. Uno de ellos dijo
delante mío que era un tema que no se podía hablar, porque nos podía determinar
la expulsión. Me costó entender de qué hablaban, porque yo venía de Santa Fe y
no manejaba información tan fina del caso. Pero días después tuve otros datos
de parte de seminaristas, pero me insistían eso de que “no se podía hablar”,
porque las autoridades del Seminario así lo disponían.
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En un extenso diálogo
con ANALISIS, reconoció que “muchas veces pensó en renunciar al
sacerdocio”, agobiado por el dolor y la impotencia de los hechos y exigió
justicia para el cura Ilarraz. “No tengo dudas que es culpable de los hechos
denunciados”, afirmó.
--Supongamos
que uno de estos días se le aparece por aquí, en su parroquia, el cura Justo
Ilarraz y pide hablar con usted. ¿Qué le diría?
--Lo
recibiría con mucho amor, le abriría las puertas de mi parroquia, lo trataría
como un hermano sacerdote y le diría que yo no soy nadie para decirle lo que
tiene que hacer, pero si él quiere ser fiel en algo en esta Iglesia, que repare
el daño que hizo. Que declare su culpabilidad y que libremente acepte la
condena de la justicia civil y la eclesiástica. Esa sería la única forma de, en
algo, poder reparar el daño que le hizo a tantos chicos y así, en algo, también
podría redimirse con el error cometido. Creo que es un hermano enfermo y lo
trataría como tal. Por eso le reclamaría que reconozca los hechos y se entregue
a la justicia civil
La entrevista
completa al SACERDOTE TOBAR salió publicada en la EDICION DE HOY DE LA REVISTA
ANALISIS DE PARANA El cura Leonardo Tovar es uno de los sacerdotes que en
absoluta soledad, en septiembre de 2010, denunciaron los abusos cometidos por
el padre Justo José Ilarraz a numerosos seminaristas. Santafesino, de origen
justicialista y siempre con una reconocida tarea social en Villaguay –donde
estuvo antes- o ahora en San Benito, Tovar exige respuestas, que no se oculte
la verdad y reclama por la detención del cura abusador